martes, 21 de septiembre de 2010


Juan Valdez es símbolo e imagen del logotipo del Café de Colombia.
El logotipo de Juan Valdez fue creado por Doyle Dane Bernbach en marzo de 1981. Con Juan Valdez, su mula (Conchita) y las montañas colombianas en el fondo, el propósito del logotipo es identificar y garantizar las marcas que verdaderamente consisten de 100% café colombiano aprobado por la Federación Nacional de Cafeteros 
Café se denomina al alimento consumido frecuentemente como bebida que se obtiene por infusión a partir de los frutos y semillas del cafeto (Coffea), que contiene una sustancia estimulante llamada cafeína. Por extensión, también designa el lugar de consumo del mismo, una cafetería.
El cultivo del café está muy extendido en numerosos países tropicales, en especial Brasil, que concentra poco más de un tercio de la producción mundial. El café es uno de los principales productos de origen agrícola comercializados en los mercados internacionales, y a menudo supone una gran contribución a las exportaciones de las regiones productoras.
Se produjeron un total de 6,7 millones de toneladas de café anualmente entre los años 1998 y 2000, y se espera que se eleve la cifra a 7 millones de toneladas anualmente en 2010.
A partir de la semilla tostada y molida se elabora la infusión conocida por el mismo nombre. En Costa Rica, España, Portugal y Río de la Plata es frecuente el consumo de café torrado o torrefacto (tostado en presencia de azúcar). Suele tomarse como desayuno o en la sobremesa después de las comidas, y es una de las bebidas sin alcohol más socializadoras en muchos países. Existen casi tantas formas de preparar esta bebida como consumidores, pero la más popular, aparte de tomarlo solo, es la que lleva leche, aunque también se le suele añadir crema o nata, leche condensada, chocolate o algún licor. Se sirve habitualmente caliente, pero también se puede tomar frío o con hielo.

miércoles, 15 de septiembre de 2010


Ensayo sobre el café en Colombia 

Cuando la bandera de un país decae, no se puede esperar más que la caída de la nación completa, esto es lo que pasó en Colombia cuando se sobrevino la crisis del café. 

La falta de una estrategia de organización agrícola permitió que los precios de producción del café se elevaran y no fueran competitivos ante el mercado extranjero, de aquí nace la crisis cafetera que afecta en multiples puntos a la nación. 

Uno de los sectores más afectados fue el de los trabajadores agrícolas cuyo mayor porcentaje siempre estuvo concentrado en la zona cafetera. Cayeron todas las condiciones laborales de los trabajadores rurales (congelación de salarios) y por el contrario se fortaleció la economía informal. 

Desde un principio la crisis involucró a todo el país: permitió la migración de la población rural a las ciudades, la desenfrenada y no planificada explotación natural, la acumulación de tierras en manos de pocos y el crecimiento de la economía del narcotráfico. 

En vista de que el sector campesino ya no se veía beneficiado con la producción de café, llegó la oportunidad de trabajar con cultivos ilícitos que no requerían mayor inversión y que por el contrario producían gigantescas ganancias. 

Ante este panorama la situación del café fue empeorando paralelamente a la situación del país, hasta llegar a las condiciones que vivimos actualmente, en las que el sector agrícola ya no es el protagonista y tiende a desaparecer de los libretos de la economía nacional. 

Concluimos entonces que la crisis cafetera no se queda sólo ahí, es más bien un reflejo de la crisis agrícola del país. 

Si se establecen unos buenas condiciones que permitan obtener ganancias con la producción agrícola, la población regresaría a los campos, bajaría enormemente la violencia rural y por que no se podría hablar de la erradicación de los cultivos del narcotráfico. 

Por esta razón, esta reseña, es ante todo, una invitación a reflexionar, en torno al problema agrario del país, y a la luz que este sector puede darle a la nación. 

No es nuestra labor el crear estrategias para el engrandecimiento del país pero si es bueno opinar y pensar en que tal vez una estrategia basada en la explotación racional de la tierra y demás recursos naturales permitiría un generoso desarrollo económico, y por que no un desarrollo de justicia social que necesita el país. 

Desde 1835 se comenzó a cultivar comercialmente el grano de café en Colombia en Salazar de las Palmas, Norte de Santander y durante el siglo XX fue el producto primordial dentro de las exportaciones colombianas. En 1999 representó un 3,7% del producto interno bruto nacional y un 37% del empleo agrícola. Los principales departamentos productores de café son: Nariño, Norte de Santander, Antioquia, Valle del Cauca, Huila, Tolima, Caldas, Risaralda, Quindío y Cundinamarca. 


El área comprendida entre los departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío es conocida como el Eje cafetero debido al gran desarrollo experimentado por el cultivo de este producto; esta región fue fuertemente afectada por un terremoto de 6,2 grados en la escala de Richter registrado el 25 de enero de 1999; posteriormente la región se recuperó económicamente con gran rapidez. 

Actualmente en Colombia se cultivan más de un millón de hectáreas de café; más de las tres cuartas partes de la producción de café en el país son destinadas a las exportaciones, siendo el tercer país exportador de café en el mundo. El mercado interno está regulado por la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.
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miércoles, 1 de septiembre de 2010

ECONOMÍA DEL CAFÉ .
La agroindustria del café se ha contraído visiblemente debido a la baja de los precios internacionales, repercutiendo de manera considerable sobre el resto de la economía nacional. Históricamente el café ha sido un soporte material de la acumulación interna de capital, estrechamente vinculado con los orígenes de la industria nacional y con el despliegue del mercado interno, es decir, ha sido fuente de financiamiento para el resto de la economía del país y permitió vincular la economía nacional con la internacional, a pesar que en las dos últimas décadas observamos una menor participación de este subsector económico en PIB nacional.
El subsector del café absorbe el 35% de la fuerza de trabajo del mercado agrícola del país, y el contorno se vuelve mas crítico, toda vez que la industria nacional y los servicios no logran ocupar toda la fuerza de trabajo disponible (excedente de mano de obra), este ejército industrial de reserva va engrosar a la llamada "economía informal".
También, las ventajas comparativas a nivel internacional no favorecen a la producción y realización del café, además con el incremento de los costos de producción, este sector pierde espacios de competitividad en el mercado externo. Actualmente producir una libra de café, requiere 94 centavos de dólar, anteriormente era sólo de 54, en cambio en Vietnam para producir esa misma cantidad hay que invertir, 22 centavos de dólar.
Tal contexto, no es nada halagador y profundizará, sin lugar a dudas, la crisis agraria del país y por supuesto los niveles de la concentración de la tierra, con el respectivo aumento del desempleo en el campo y la miseria de su población.
La concentración de la tierra en Colombia.
El proceso de la concentración de la tierra, es un problema estructural del país que se agrava por la falta de una reforma agraria, provocando mayores niveles de inseguridad y violencia en el campo.
La estructura agraria de Colombia ha sufrido una transformación considerable, al pasar de una estructura latifundista señorial, a la forma de propiedad capitalista "moderna" concentrada, también latifundista que acapara entre el 40 y el 70% de las tierras mas fértiles volcadas hacia el mercado externo y con uso reducido de la fuerza de trabajo (agricultura comercial). Esta inmensa concentración de la tierra contrasta dramáticamente con la excesiva parcelación del minifundio, agotado e improductivo, de corte tradicional, de una agricultura de subsistencia, segmentada abandonada a su propia suerte.
Algunas estadísticas señalan que el 48% de las tierras mas fértiles del país están en manos del 1.3% de los terratenientes, mientras el 67% de los campesinos solo poseen el 5.2% de tierras cultivables. Por otra parte, el 0.8% de los propietarios son dueños de extensos latifundios que cubren áreas de más de 300 has., y controlan el 68% de las tierras agrícolas; el 79% de los propietarios minifundistas, cultivan parcelas de menos de 5 has. y solo tienen el 5.6% de las tierras fértiles, lo que es mas grave aún, existen 1.5 millones de familias campesinas sin acceso a la tierra .
La distribución de la tierra se ha vuelto cada vez más concentrada: el 3% de terratenientes posee más del 70% de las mejores tierras . Sin embargo, en los últimos 25 años, se ha operado un proceso de traspaso de la propiedad, de las antiguas familias aristocráticas y oligárquicas a los nuevos ricos del país: los narcotraficantes que, hoy por hoy, controlan el 70% de las mejores tierras de la geografía nacional. Este contexto propicia todo tipo de conflicto y violencia, haciendo casi imposible la convivencia en las zonas agrarias del país, que con la guerra sucia y el terrorismo de estado, han sembrado la incertidumbre total en los campos colombianos.  
Dentro del esquemas del régimen bipartidista, no hay solución para los problemas agrarios acumulados de generación en generación. Los débiles intentos de reforma agraria, primero en la década de los treinta, después durante el gobierno de LLeras Restrepo (1966 a 1970)y, mas recientemente en los ochenta, han quedado en eso, en simples intentos, porque no ha habido ni voluntad ni proyectos integrales de parte de las oligarquías para instrumentar un verdadero proceso de reforma agraria.
Estos intentos de reforma agraria ha reproducido las relaciones capitalista en el campo ahondando los problemas de colonización y neocolonización espontanea con efectos nefastos sobre la estructura ecológica de aquellas áreas geográficas que reciben el peso de las ilusiones de miles de campesinos sin tierras víctimas de la economía del narcotráfico en alianza con los grandes latifundista.